jueves, 5 de agosto de 2010

domingo, 7 de marzo de 2010

El Paso visto por los ojos de una extranjera

Nunca había visto nada igual. Lo comparé con una piel llena de viruela. Yo había imaginado el desierto como una extensión de arena infinita. Ahora desde el avión contemplaba una escena completamente inexplicable para mi. ¿Qué eran esas manchas verdes o grisáceas? Tienen que comprender que para alguien que nació en plena zona tropical, en medio de una sábana rodeada de montañas de un  verde intenso, un lugar como este resulta completamente... novedoso.

Y ese fue mi primer encuentro con El Paso, Texas. No muy afortunado. Más bien chocante. Mi esposo acababa de recibir una oferta para trabajar como radiólogo en Texas Tech.  Él, desde luego emocionado con la perspectiva profesional, veía todo maravilloso. Les confieso que yo, no tanto. Aunque yo me adapto fácilmente a los cambios, como me he tenido que mover muchas veces, prefiero no hacer comparaciones porque siempre hay algo mejor o peor de lo que uno deja atrás.  Las situaciones son simplemente distintas. Pero el paisaje agreste de El Paso era MUY diferente. Mi esposo y yo somos colombianos, pero hemos vivido en Ciudad de México, Miami, y Milwaukee. De allí veníamos, de las frías tierras, pero también verdes, de Wisconsin y por supuesto el cambio de clima era un punto a nuestro favor. Sin embargo cuando le comentaba a mis amigos que veníamos a El Paso nos miraban con cara de compasión...

¡Cómo ha cambiado mi percepción desde entonces! Ya llevo casi cuatro años en esta ciudad y me siento muy a gusto. El Paso es como vivir en México organizado por los americanos, me dijo alguien y creo que es una buena descripción. El ambiente latino y la amabilidad de la gente son muy especiales. Además, claro que es muy interesante vivir en la frontera. Eso de ser de aquí y de allá. Que casi todo el mundo es bilingüe. Qué aún los anglosajones saluden ¨Hello mija¨ es muy peculiar y quizás la gente que ha nacido acá no se da cuenta de esa facilidad y de la gran oportunidad que tienen. Cuando uno crece en medio de dos culturas tiene la posibilidad de adaptarse más fácilmente a los cambios, de entender mejor a otras personas, de ser tolerante, simplemente de comunicarse mejor.

Es una lástima que los distritos escolares no se preocupen realmente por formar y fomentar la educación bilingüe. Tienen sin duda, un potencial muy grande que desperdician,  porque solo unas escuelas con directivos con visión lo han implementado. Pero ese me gustaría que fuera el tema de otra de mis columnas. Simplemente lo menciono porque es una lástima que los jóvenes crezcan únicamente con el español de sus abuelitas y no lo sepan escribir. ¡Creo que pierden una oportunidad enorme! Pero en fin. Para una persona como yo, que lleva seis años trabajando en EEUU en el tema del mercado hispano, vivir en esta ciudad representa una linda oportunidad.

Me he encontrado con una ciudad diversa y abierta. Aquí uno encuentra gente de muchos lugares del mundo. Desde luego muchos mexicanos de Chihuahua, mexicanos de otros lugares, gente de otros estados de la unión americana que están aquí porque trabajan en compañías multinacionales (en las famosas maquilas de Ciudad Juarez), y desde luego están los militares, pero también hay europeos, indús, árabes... Más bien, a decir verdad, he conocido poca gente de El Paso. Mejor dicho, paceños nacidos aquí, por lo menos yo, no he conocido tantos.

El hecho de ser una ciudad diversa, la hace que esté en constante movimiento. Por eso no la siento estancada, sino en desarrollo, en constante cambio. Quizás como el Miami de hace unos 35 años, cuando la inmigración cubana la volvió una urbe cosmopolita para los latinos, ahora El Paso, con el empuje de los empresarios mexicanos que están inmigrando por la complicada situación violenta de su país, se está convirtiendo en una ciudad pujante, con interesantes ofertas culturales y comercio, muy distinta a la imagen polvorienta que se tiene de las películas.

Se vive bien y tranquilo en El Paso. A pesar de las tristes historias que vive nuestra vecina, Ciudad Juarez que ojalá logren controlar pronto. Incluso he aprendido a disfrutar del paisaje. La montaña rocosa es sin duda inspiradora. ¡Los atardeceres y sus colores son algo espectacular! Alguien incluso mencionaba la fortuna que tenemos de no tener desastres naturales. Aquí no tiembla. Ni hay huracanes... Así que me siento contenta de vivir en El Paso, mejor dicho, ¡que viva El Paso!

martes, 2 de marzo de 2010

Es oficial: me he convertido en mi mamá

Mi mamá es de esas sobre protectoras. Cuando éramos niños nos ponía siete capas de ropa que cuando uno pretendía jugar en los columpios, la cantidad de sweateres y el poncho te impedía moverte. No nos dejó gatear porque era una pena que los niños se ensuciaran y ya de grande, en la prepa, cuando me salía  sin desayuno, mi mamá llamaba al colegio y me sacaban de clase para darme de comer... De ese calibre es mi mamá. Aún sigue siendo igual, con los hijos y con los nietos.

Recuerdo el día en que mis hermanos se fueron de campamento. Debían tener 10 y 11 años. Un fin de semana largo, a unas horas de la ciudad. Yo la acompañé a dejarlos en el autobús. Todos los papás, los normales, dejaban a sus hijos y se iban. Mi mamá no. Se quedó ahí, parada al lado del bus y le golpeaba en la ventana a mis hermanos, ¨se le quedó la cantimplora, no se le olvide ponerse bloqueador y repelente para los moscos...¨ Mis pobres hermanos la miraban con compasión y querían que se los tragara la tierra porque por supuesto iban a ser la burla de sus compañeros. Uno de plano resolvió cerrarle la ventana: ¨ya mami. No más¨. Pero ella insistía... ¨creo que tenemos tiempo de ir por la cantimplora¨y claro...ahí vamos, a la casa, por la cantimplora. Regresamos. De nuevo los golpes en le vidrio. Esta vez con sonrisa triunfal y cara de resignación del niño. Bueno ya vámonos, le digo yo. Y me hace caso. Pero, ¿qué creen? Se quedó esperando. ¨Yo no me voy de aquí hasta que el bus se vaya¨, afirma... ¨Ay no mamá, no es cierto¨. Y lo peor ahí no acaba. Salió el autobús  y mi mamá se va detrás... ya déjalos, de por Dios.

Bueno. Muchos años después. Mi hija tiene once años. Está en un nuevo colegio y los llevan de excursión. Se van de campamento cuatro días. A un parque natural con caminatas, rafting. Seguro se la va a pasar fenomenal. Yo muy civilizada, le compro todo lo que necesita y hago todos los preparativos con ella. Que si necesita zapatos especiales, que la maleta, que una bolsita para el shampoo, en fin. Nos la pasamos dos o tres días en las tiendas, frente a la protesta de mi otra hija que está más chiquita, y le aburren las tiendas, pero además  le dan celos tanta atención para su hermana.

El día esperado llega. Es hoy. Es la primera vez que mi hija se va a ir de viaje sin mi. Pero yo no soy como mi mamá. No, yo no. Yo soy civilizada. Tranquila. Es una experiencia que sin duda le va a servir... Muy interesante. No se por qué, porque desde luego no estoy nerviosa, o eso quisiera creer,  no pude pegar el ojo en toda la noche... y ¿si se le olvida el cepillo de dientes? y ¿si le da mucho frío? Bueno, que tontería. Ya vámonos mijita. LLegamos y mi hija se encuentra con todas las amiguitas igual de emocionadas. ¨Mira mami todas están de pants y yo me traje jeans¨, dice nerviosa..., pero no importa, da igual, le digo... Pero por dentro por supuesto me da coraje con la niña que le aseguró que todas iban a estar de jeans y hasta ella misma trae pants. Lo importante es que la niña está feliz. A todas las mamás se nos nota algo de nervios,  pretendemos actuar muy cool, como dirían las niñas, pero que va, todas sentimos las mismas ñáñaras. Entonces pienso en mi mamá. Ahora soy yo la que está de pie junto al autobús y mi hija se despide entusiasmada por la ventana. El autobús arranca y a mi se me apachurra el corazón. Le digo adios con la mano. Ahh caray... mami como te entiendo ahora. Yo también quiero salir detrás del bus y saber donde va a dormir y protegerla para que duerma bien y no la piquen los moscos. Pero ni modo. El oso, ni de vainas! dirían en mi país, ni de riesgos. Ahí me quedo. Estoica. Mirando como parte el bus y no puedo más que pensar en mi mamá...

domingo, 28 de febrero de 2010

Una latina que se reinventa

En las segmentaciones de mercado estoy clasificada como hispanic, first generation, spanish dominant. Lo que quiere decir que no nací en este país, prefiero hablar español que inglés y soy lo que muchos consideran una inmigrante más. Sin embargo no vine a este país buscando el sueño americano y ni siquiera estoy convencida, como lo está mi marido y muchos de mis amigos, de que en este país tenemos más oportunidades. Digamos que vivimos bien. Mis hijas tienen acceso a una buena educación y no me puedo quejar, ni mucho menos hablar mal de una nación que nos ha abierto sus puertas.

¿Cual es mi nivel de aculturación?, palabra preferida de mis colegas publicistas - difícil definirlo. Prefiero los noticieros en inglés que los de español, a no ser por algunos de los de CNN, sin embargo aun disfruto los de mi país. Leo en los dos idiomas, pero disfruto mucho más de una novela de una escritora latinoamericana como Marcela Serrano, que de un best seller de Dan Brown. Prefiero la arepa a un cream puff. Pero compro por internet y hago todos los pagos online.

Digamos que soy una latina, orgullosa de serlo, que quiere que sus hijas sepan de donde vienen y sean verdaderamente bilingües. Por el trabajo de mi marido, desde que me casé me he mudado unas siete veces no solo de casa, sino de país y por lo tanto he tenido que crear una coraza contra las inestabilidades de las mudanzas, aprender de todos los cambios, y reinventarme con cada cambio, como quien dice volver a empezar.

Volver a empezar porque tuve que dejar mi profesión de periodista en Colombia y mi trabajo en la televisión, para buscar otras opciones. Hoy en día soy una empresaria. Experta en el tema de la publicidad hispana y disfruto con la posibilidad de aprender cada día mas sobre este mercado y desarrollando contenido en español para la población hispano parlante de Estados Unidos.

Reinventar no es una palabra que exista en el diccionario de la Real Academia de la Lengua, pero permítanme que la use y vaya en contra de mis propios principios, porque cuando uno ha tenido que empacar tantas veces, que ya sabe que cuando se pierde la batidora de la cocina, puede estar en la caja que dice juguetes y lo que es peor la encuentra (y la gente de las multinacionales sabe de que estoy hablando), eso quiere decir que uno es experto en mudanzas. Reinventar quiere decir que a donde uno llega, empieza por sonreírle al vecino para ver si lo puede poner en la tarjeta de emergencias de la escuela, porque no tiene a nadie más. Sin duda,  el tema de buscar amigos tiene su chiste. ¨Tú hazles creer que eres como ellas¨, me dijo una amiga brasileña en Ciudad de México que fue aceptada en uno de los cerrados círculos sociales mexicanos.

Y es que los amigos son fundamentales para nosotros los extranjeros, los inmigrantes, los ciudadanos del mundo. Los amigos son la familia en el sitio en donde vivimos y eso muchas veces no lo entiende la gente que nunca se ha tenido que mudar y que tiene su vida hecha en ese lugar. What are you doing for thanksgiving? te preguntan amablemente, para darles un ejemplo... Y lo que no saben es que seguramente nada, primero porque aun no entiendes bien de que se trata esta celebración y segundo porque como eres nuevo, no tienes quien te invite... Por eso uno acude a todo tipo de métodos y se olvida de la pena para hablar con gente en el supermercado, en los parques y por supuesto en los colegios. Otra amiga me sugirió hacerme voluntaria o parte de las asociaciones de padres, lo cual me ha funcionado a tal grado que de ahí surgió mi amistad con las que es hoy en día mi socia y casi como una hermana.

Reinventarse quiere decir también que en lugar de los acalorados debates políticos a los que estabas acostumbrada a discutir en tu país, aquí te encuentras discutiendo sobre el dip que le pusiste a la botana y si tienes más suerte, sobre la falta de juegos en la escuela pública de tus hijos ...

Pero reinventarse no es un pecado. Es estar abierto a otras opciones. Es no sentirse nunca estancado y es no dejarse deprimir cuando la familia y la gente de tu país te mira con tristeza y comenta a los cuatro vientos que es una lástima que vivas por allá tan lejos, en el medio del desierto y no trabajes en la televisión. Digamos que reiventarse es también empezar con entusiasmo el proyecto de escribir un blog que no sabes si alguien va a leer, pero que sirve para reiventarse.